Aterrizamos donde nuestras viejas amigas y al llegar los niños nos pidieron sacar el telón grande para ver los imágenes y recontar la historia recordando sobre “las larvas del consumismo, que Monsanto hace venenos y las hormigas de la fiesta de hoy no comparten”. Esta vez se pudieron hacer las charlas de una manera más apropiada, ya que, después de estar varios días en la comunidad, se hicieron sólo hasta el último día. Como toda la miel que necesitamos para nuestro trabajo de polinizaciones es autogestionada y hemos estado en esta segunda gira por el suroccidente colombiano desde hace casi dos meses, ya casi todos nuestros recursos se nos han agotado. Pero acá se nos facilitó la posibilidad de trabajar unos días para conseguir recursos al tiempo que nos acercarnos más a la realidad de esta comunidad con la que hemos compartido y creado alianzas. Por dos días igual que lxs paisanos y paisanas de la región, entre tierra y piedra, agua y sudor, trabajamos en una mina de oro al lado del río Ovejas. Este trabajo no se entiende sólo viéndolo, hay que vivirlo para saber que el trabajo de la mineria es duro, agotador y doloroso.
Después de nuestra anterior visita, el alcalde del municipio desalojó a los mineros de las minas que venían desarrollando su labor de forma cooperativa por equipos. Ahora, esta mina está siendo trabajada por una retroexcavadora y los pocos mineros que quedan logran sacar migajas de lo que deja la maquina pesada. Esta vez trabajamos en un lugar a dos horas de camino de Yolombó, subiendo por el río Ovejas hasta llegar a una vereda llamado San Juan. Allí, los mineros forman sus equipos con cajón, pala, balde y batea trabajando en jornadas de 8 o 10 horas antes de regresar caminando otras dos horas. En este lugar, también había una retro trabajando que cada rato se acercaba a donde los mineros estábamos baruequiando y si no estábamos pendientes de agarran nuestras cosas y moverlas, la maquina las aplastaba. Era fuerte ver el contraste entre el blanco y gordo montado en su tecnología moviendo toneladas y temblando como gelatina pero sin botar sudor y el de todxs lxs otrxs minerxs afros con el barro por encima de sus botas pantaneras camellando muy duro con su cuerpo con tan sólo las herramientas básicas manuales que tenia. Sentimos y vivimos la dignidad de un pueblo que trabaja día tras día en condiciones extremas para proveer la materia cruda del capitalismo global y a la vez sostener a sus familias con las boronas que reciben y con las que ayudan a que un sistema mundial de parasitismo funcione. En esos dos días encontramos como 2 gramos - a $120 mil pesos dividido entre tres - que nos ayudaron a seguir polinizando. Lo que realmente ganamos fue el valorar mucho más su forma de vida por haber podido vivir su realidad.
El primer día que estuvimos en la mina, nuestra compañera amiga de la región se fue a una reunión en Popayán con otros líderes comunitarios con representantes de INGEOMINAS. Allá, irrespetuosamente la entidad les dijo a las comunidades de los municipios mineros que tenían la propuesta de crear “distritos mineros” en donde cada uno, incluyendo Suárez, tendrían la posibilidad de desarrollar por lo menos dos proyectos mineros al año. Lxs líderes presentes opusieron rotundamente que si el desarrollo implica que las grandes multinacionales se metan en la región con maquinaria pesada y químicos peligrosos como cianuro y mercurio, poniendo en peligro la territorialidad y autonomía de las comunidades ancestrales de afros e indígenas al no ser respetadas, es mejor no tener ese desarrollo en su región. Lo que se ha visto en Suárez es que la maquinaria como las retros han significado la apropiación extranjera de los metales preciosos y el aumento de accidentes y muertos en la minera, como los 21 que fallecieron en un derrumbe por una retro en octubre del año pasado. También el uso de químicos fuertes han contaminado las fuentes hídricas, envenenado la tierra, las plantas, los animales y otros seres.
Esta vez realizamos dos talleres, uno de ellos con lxs estudiantes de 3º, 4ª, y 5º de la Institución Educativa de Yolombó. En el primer taller con los estudiantes, lxs niñxs mencionaron que les pareciera más importante que el gobierno “usara ese dinero de la guerra para ayudar a los desplazados, construir más colegios y dar herramientas a lxs campesinxs en lugar de semillas transgénicas”. Un profe de la escuela contó en el taller que en 15 días iban a venir personas de UniCauca enviados por la Unión Fenosa para hacer la tercera ronda de estudios hidrológicos que buscan canalizar y desviar el río Ovejas para que alimente el embalse Salvajinas. Pronto van a llegar las personas que van a comenzar la consulta previa con la comunidad sobre este proyecto y es importante que no solamente se pronuncien los adultos sino también lxs jóvenes, niños y niñas en la consulta de este proyecto que si se realiza, seguramente cambiaría la comunidad y todo el territorio de manera irreversible y en su detrimento.
En el taller con los jóvenes se contextualizó la problemática del telón con lo que se está viviendo en la región. Un joven dijo que “acá vivimos rico. Podemos sacar oro cuando queramos, sin patrón, uno tiene su rancho con tierrita pa’ sembrar plátano, yuca y café. Pero por la envidia y el egoísmo, nosotros los jóvenes estamos perdiendo lo que tenemos acá. Los niños ven cosas en la televisión como la telenovela El Cartel que glorifican el narcotráfico y la violencia y los niños se ponen a copiar y desafiar eso. Necesitamos ponernos las pilas con lo que está pasando acá. Esta loma, pamba, entre Yolombó y Suárez la quiere comprar la multinacional Kedhada. No solamente para sacar oro sino también otros minerales como uranio. A la vez, Cartones de Colombia la quiso compara para implementar monocultivos de pino y eucalipto. Hay que valorar lo que tenemos, luchar por ella, sino, pues salir de acá para terminar en los barrios populares de las ciudad sin oportunidad de trabajo.”
Escuchar un joven hablar con tanta determinación nos tranquilizó. Un palenque, una comunidad, un pueblo como el de Yolombó hoy está enfrentándose a desafíos como multinacionales, no distintos a los amos esclavistas de hace más de 450 años. Sin embargo, mantiene sus raíces y herencia para seguir luchando como los demás. La asociación de mujeres de Yolombó está buscando acceder a la mismas loma de pamba para crear una granja integral y agroecológica como una fuente de ingresos autogestionados para ellas y sus familias. Entre sus tradiciones ancestrales y la innovación del presente, es evidente con ese ánimo de lucha que Yolombó puede seguir creciendo y expandiéndose como una comunidad libertaria de y para los descendientes de los ancestros africanos.
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Saying farewell to our friends, the children of the water, we left Wampia and found our way to the River Ovejas which we followed towards the town of Suarez, returning to a community that we met recently: the Andean Palenque of Yolombó. Although physiologically difficult to imagine, we bees get goose bumps to be back in a place so special with a story of struggle and resistance of more than 450 years.
Landing where our old friends live, as soon as we hit the earth the children asked us bring out the banner to see the big picture and remember the story about mentioning "the larvae of consumerism, that Monsanto makes poisons and the ants from the kareaoke party do not share." This time the talks could be done in a more appropriate way because, after several days of being in the community, the story tellings were done the final day. Being that all the honey that we need for our work is created through self-pollination and we have been on this second tour of southwestern Colombia for almost two months, almost all of our resources have been exhausted. But here we were provided the opportunity to work a few days to get resources while we get closer to the reality of this community with whom we have shared and developed alliances. For two days like the other compañerxs in the region, between earth and stone, water and sweat, we worked in a gold mine near the River Ovejas. This work is not understood just seeing it, we must live it to truely know what it is like to work in a mine, its hard, exhausting and painful.
After our previous visit, the mayor of the municipality evicted the miners in mines that had been developed through cooperative work in teams. Now, that mine is being worked by a backhoe and the few miners who were able to gather crumbs of what the heavy machine ry extracts. This time we worked at a place two hours away from Yolombó, going upstream by the River Ovejas to reach a rural area called San Juan. There, the miners formed their teams with drawer, shovel, bucket and wooden washing plate working days of 8 or 10 hours before returning walk another two hours. In this place, there was also a backhoe that all the time was nearing where the miners were washing and if we were not quick to grab our things and move, the machine we crush us. It was intense to see the contrast between white, over weight person mounted on his big technology moving tons yet trembling like jelly, but without the sweat and meanwhile all the black miners with mud above their boots working every last reserve of energy in their body with only the basic manual tools. To live and feel the dignity of a people who work day after day in extreme conditions to provide the raw matter of global capitalism and simultaneously support their families with crumbs while others receive the bulk of the wealth through the present global system of parasitism. In these two days we gathered about 2 grams - to $ 120 thousand pesos divided among three - that helped us to continue pollinating. What really earned was the appreciation for the way of life of our friends here and being able to live their reality.
The first day we were in the mine, our friend in the region went to a meeting in Popayan with other community leaders with representatives of INGEOMINAS. There, the entity told the communities , in a very disrespectful fashion, that the mining municipalities were proposed to be created into "mining districts" where everyone, including Suarez, would be able to develop at least two mining projects a year. The leaders present objected strongly that if development means that the multinational companies are getting into the region with heavy machinery and hazardous chemicals such as cyanide and mercury, threatening the territorial autonomy of theafro and indigenous communities not being respected, that it would be better to not have development in their region. What has been seen in Suarez is that the machinery as the backhoe have enabled foreign ownership of precious metals and the increase of accidents and fatalities in the mining, as the 21 who died in a landslide by a backhoe in October last year . Also, the use of harsh chemicals have contaminated water sources, poisoned the soil, plants, animals and other creatures.
This time we did two workshops, one with the students from 3rd, 4th and 5th of the Educational Institution of Yolombo. In the first workshop with the students, the children mentioned that they thought it more important that the government "use the money for the war to help the displaced, build more schools and provide tools to campesinos instead of genetically modified seeds." A teacher from the school told the workshop that in 15 days people from UniCauca were coming sent by the Union Fenosa to make the third round of hydrological studies that seek to channel and divert the River Ovejas to feed the reservoir Salvajinas. Soon they will reach the people with who they are going to start the prior consultation with the community on this project and it is important that not only adults but also the youth participate in the community consultation of this project, which if done, will surely change the community and region irreversibly and negatively.
The second workshop was contextualized with youth issues relavent to what is being lived in the region. A young man said that "we live here rich. We can get gold when we want, without a boss, we have our land and our rancho to plant banana, cassava and coffee. But because of the envy and selfishness, we're losing young people what we have here. Children see things on TV like the soap opera The Cartel that glorify drug trafficking and violence and children are set to copy and immitate that. We need to get our act together with what is happening here. This hill, Pamba, between Yolombó and Suarez is being solicited to be bought by the multinational Kedhada. Not only to get gold but also other minerals such as uranium. As if not enough, Cartones de Colombia wants to implement monocultures of pine and eucalyptus on the same hill. We must appreciate what we have, fight for it, because if we don´t we will be forced to leave here and end up in the poor neighborhoods of the city without any opportunity of work. "
Listening to the young man speak with such determination reassured us. A Palenque, a community, a people like those of Yolombó, today are facing challenges as multinational companies which are really not much different from the slave masters of more than 450 years ago. However, this community that maintains its roots and heritage to continue fighting as they always have. The women's association of Yolombó is seeking access to the same hill, Pamba, to create an agro-ecological farm to serve as an integral source of income and food for themselves and their families. Among their ancestral traditions and innovation, it is evident in that spirit of struggle that Yolombó can continue to grow and expand as a libertarian community of and for the descendants of African ancestors.