De Miami vino una mula, un animal hibrido, y también una pantera negra haitiana que fueron acompañadas por una abeja sudaka durante el TPP y también al primer destino ya en Buenaventura en el territorio del Palenque Congal. Conocida como la ciudad más peligrosa de Colombia, además de violencia y corrupción, Buenaventura tiene de los procesos comunitarios y manifestaciones culturales más inspiradores y fuertes de la costa pacífica colombiana y de todo el país en general. Al principio conocimos el centro de la ciudad, la isla de Buenaventura y muchas de sus zonas de bajamar. En el parque Néstor Urbano Tenorio vimos el primero de muchos ejemplos de conflictos que existen entre la población local y los intereses de las multinacionales y las familias ricas locales.
Este parque abarca una zona costera de la isla de Buenaventura que mira en dirección al océano. Sobre él, existen planes para expandirlo e incluir en el proyecto la construcción de viviendas para familias muy distintas a las que actualmente viven en esta zona. Allí se encuentran hoy en día, elevados por encima del nivel de la tierra los “palafitos”, casas de madera construidas sobre zancos típicas dentro de las familias afrodescendientes del pacifico colombiano que viven en zonas que conviven con el cambio de la marea. Estas comunidades, que viven muy humildemente, son de los asentamientos más antiguos de la zona y están constituidas por familias que viven y dependen extensivamente del mar que está bajo su cama y suelo para satisfacer sus necesidades de sobrevivencia, principalmente a través de la pesca. En el plan de expansión del parque se tiene contemplado rellenar un área de manglares y “palafitos” para crear más tierra firme para el parque sin importar que se cause el desplazamiento de las comunidades que hoy en día viven allí. Se tiene planeado también construir nuevos edificios de apartamentos tipo condominio para vender a familias de estrato 6 que curiosamente llevará el nombre de “Ciudadela Pescador” a pesar de que allí vivirán todo tipo de personas de plata pero jamás un simple pescador. Esta dinámica nos recuerda a la “gentrificación”, palabra que viene del ingles y que se refiere al desplazamiento económico forzado de comunidades afros e inmigrantes que se da al interior de las ciudades en Estados Unidos y Canadá.
Buenaventura tiene el puerto marítimo más importante de Colombia. En 1993 fue privatizado por un consorcio conformado por varias multinacionales y varias familias ricas azucareras del Valle. También es una ciudad que ha recibido históricamente a mucha población afrodescendiente, ya que al igual que en todo el Pacífico, estas comunidades son perseguidas por la oligarquía y las multinacionales que los desplaza a los centros urbanos. En los barrios de la ciudad que se caracterizan por ser las zonas de mayor violencia y represión, también se encuentran mucha esperanza y lucha. Curiosamente son estas partes de la ciudad donde se localizan los intereses de los grandes poderes económicos y políticos que miran hoy a Buenaventura. En las afueras de la ciudad, lejos de la zona de bajamar pero aun bordeando la urbe Bonaverense, hay una comunidad que sigue por fuera del limite urbano de la ciudad y desea permanecer así.
La vereda de La Gloria es una comunidad, que a diferencia de otros barrios alrededor de la ciudad, mantiene sus raíces campesinas gracias a que en él se encuentra una reserva natural de 71 hectáreas de bosques, cuencas hídricas y otros espacios naturales que han podido proteger y salvaguardar. Este espacio verde ha permitido que la comunidad mantenga una relación cercana y en relativa armonía con la tierra de la que saca madera de una manera sostenible, en la practica minería artesanal, agricultura tradicional, lleva a cabo proyectos de piscicultura sustentable de pequeña escala, cuidado y cosecha de plantas medicinales, y más importante que todo, programas de protección de una parte de la reserva que nunca ha sido talada y que aun mantiene a algunos ejemplares de nuestros familiares de flora y fauna mas únicos, escasos y sensibles a los daños que causa la humanidad a la tierra.
En esta comunidad las abejas, con colaboración de los animales que venían de visita desde el norte, pudimos hablar, escuchar, aprender de las plantas, de los cuentos tradicionales, a bailar el currulao (la música típica del Afropacífico), comer mucho chontaduro y compartir con la comunidad la obra del Plan Colombia con la intención de volver en otra ocasión y hacer un trabajo con mucha más profundidad. En La Gloria hay mucho interés por desarrollar microempresas para que las personas de la zona puedan vivir y trabajar en su comunidad. Una comunidad en su situación, estaría en un estado mucho más grave de pobreza, no solamente por la falta de una zona con recursos de la tierra para sostenerse, sino también por la falta de consciencia de la oportunidad de enseñar y proteger sus zonas naturales.
Desde el 2002, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad de Buenaventura tiene previsto la apropiación y tala de la reserva natural de La Gloria para expandir la infraestructura portuaria con una zona para carga y transporte de los contenedores que van llegando y saliendo del puerto. De nuevo se ve que una comunidad negra que ha podido mantener su ambiente natural y poder sobrevivir cómodamente de él, se pone en la mira de las garras de la destrucción y el sub-desarrollo impuestos por los grandes intereses de un supuesto desarrollo. Otras entidades como la Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC) han tratado de involucrarse con la intención de apoderarse del esfuerzo y los logros de la comunidad y tomar dominio del territorio de La Gloria.
Hablando de otras realidades del lugar, de las cosas más interesantes y especiales que pudimos conocer en La Gloria y que son particulares al pacifico colombiano, fueron las parteras tradicionales del territorio. Medicas tradicionales que por medio de enseñanzas ancestrales africanas y plantas medicinales de la selva, han logrado mantener las costumbres y la autonomía del parto y el nacimiento de la población negra.
En La Gloria se da un proceso especial, particular, pero no único. Por todo el municipio de Buenaventura y todo el Pacifico, comunidad tras comunidad de afrodescendientes, al igual que de indígenas, han sido violentadas por los intereses de las familias ricas y de las multinacionales, que por medio de los paramilitares y la fuerza pública, han buscado romper la dignidad y el tejido social de estas comunidades en sus territorios y que han logrado proteger y preservar la raíz de su cultura y la naturaleza a su alrededor. Caso tras caso las comunidades más afectadas han logrado mantener su hábitat de ecologías naturales y culturales ancestrales. Lo que quieren comunidades como La Gloria es simplemente libertad y autonomía para escoger un camino que les permita poner en práctica su autodeterminación de querer hacer crecer su comunidad en relación con el respeto a sus ancestros y la tierra.
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Between the constant buzzing of tours and flights related to pollinations, the bees also work with other projects other then just our own. In collaboration with the Process of Black Communities (PCN) and the organization “Take Back the Land” from Miami, Florida, USA, the bees helped facilitate a meeting and exchange between folks from different communities that are part of the Afro-Colombian movement with the compañeras from Miami that participate in the struggle for the right of Black communities in Miami to have dignified homes and neighborhoods and that this territory is controlled by its own inhabitants. This effort to connect communities of the African Diaspora that are in processes of struggle and resistance from different parts of the world first started in Bogota with the participation in the Permanent Peoples Tribunal (TPP), and continued in other parts of the country though mostly on the Pacific coast, Valle and the north of Cauca. Everywhere visited, we learned in a variety of ways of the reality of different Afro-Colombian communities, the problems they face though also their success, dreams and hopes.
From Miami came a mule, a hybrid animal, and a Haitian Black panther who were accompanied by a South American bee during the TPP as well as on the trip, the first destination was the city of Buenaventura in the territory of the Palenque Congal. Known as Colombia’s most dangerous city, in addition to violence and corruption Buenaventura is also rich in some of the most inspiring community processes and strongest manifestations of culture on the pacific coast of Colombia and across most of the country. At first we arrived in the city center, the island of Buenaventura and much of the coastal and lowland areas. In the Park Néstor Urbano Tenorio we saw some of the first of many examples of conflicts that exist between the local population and the interests of multinational companies and local wealthy families.
This park is on a coastal area of the island of Buenaventura that is facing the direction of the ocean. The plans exist to expand the park and include a project to build housing for families that are very different then the ones that live there right now. Today one sees elevated from the ground the “palafitos”, homes of wood that are built on stilts traditional of Afro descendent families of the Colombian pacific coast that live in regions that are affected by the changing tides. These communities, that live very humbly, are from homesteading that took place in this region ages ago and are occupied by families that live and depend greatly upon the ocean which is under their bed and floor to satisfy their survival needs, mostly by means of fishing. The parks expansion plan is intended to fill in an area of mangroves and “palafitos” to create more dry land for the park with out taking any regard the displacement of the communities that currently live there. It is also planned to build new apartment types condominiums to sell to families of the highest incomes which will be curiously called “Ciudadela Pescador” (Fisher’s Settlement) even though there will be all sorts of high income people living there but never a simple fishermen. This phenomenon reminds us of gentrification in Black and immigrant urban communities in the United States and Canada.
Buenaventura is the most important maritime port in Colombia. In 1993 the port was privatized by a consortium of various multinational companies as well as rich sugar families from Valle. It is also a city that historically has received a lot of migrating Afro-descendent populations, being that the entire Pacific coast is of black communities that are threatened and besieged upon by the local wealthy families as well as the multinational companies that foment their displacement to the large urban centers. In the city’s barrios that are characterized for being areas of greater violence and repression, one also finds great amounts of hope and struggle. Curiously it is these same parts of the city where the interests of large economic powers and politicians of Buenaventura are directing their attention. On the outskirts of the city, far from the tidal zone but still bordering Buenaventuran urban limits, there is a community that continues to remain an outsider of the city’s frontier and wishes to remain as such.
The countryside of La Gloria is a community that in contrast to other communities around the city, this one has been able to retain its campesino roots thanks to a natural reserve of 71 Ha of forests, waterways and other natural spaces that they have been able to protect and secure. This green space has permitted that the folks maintain a close relationship and in relative harmony with the earth from where they get timber from selective jogging, small scale traditional gold mining, traditional agriculture, attempting small scale sustainable fish farming projects, the care and harvest of medicinal plants, and most importantly protection of a part of the reserve that has never been logged and still supports members of our flora and fauna families that are unique, rare and sensitive to the damages that humanity causes to the earth.
In this community the bee in collaboration with the mule and the panther were able to speak, listen, learn from the plants, the traditional stories, dance currulao (traditional Afro pacific music), eat lots of chontaduro (an endemic palm fruit) and share with the community the Plan Colombia cloth banner with the intention of returning at another time and do some work with a bit more depth. In La Gloria there is a lot of interest in developing household business projects so that the inhabitants do not have to leave their community to find work. Any community in this situation would be much more poverty stricken if it were not for the access to land to get their natural goods needed for survival but also the consciousness and opportunity to teach the importance of protecting their natural areas.
Since 2002, Buenaventura’s local Plan of Territorial Ordering is looking to appropriate and to deforest La Gloria’s natural reserve in order to expand the port infrastructure with a new zone for containers to be loaded and transported as they arrive and leave the port. Once again we see how a Black community that has been able to maintain their natural environment and survive from it comfortably is put within the sights and talons of the destruction and un-development imposed by large interests’ views of a supposed development. Other entities like the Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC) have tried to get involved with the intention of appropriating the struggle and successes of the community and take control of the territory of La Gloria.
Speaking of the other realities of the area, of the most fascinating and special things that we could get to know from La Gloria and particular to the Colombian pacific coast, were the territories traditional midwives. These traditional medicine women that learn through ancestral African teachings and medicinal plants from the tropical forest have been able to maintain the customs and autonomy of birth and coming to life of the Black population.
In La Gloria there is special, particular, but not sole process. Across the municipality of Buenaventura and the whole Pacific, community after community of Afro-descendents, as well as indigenous peoples, have been violated by the interests of the wealthy families and the multinational companies, by means of paramilitaries and public security forces, looking to break the dignity and social weavings of these communities in their ancestral territories that they have been able to protect and preserve their roots culture and the nature around them. Case after case of these communities that are most affected are those that have been able to maintain their habitat with natural ecologies and ancestral cultures. What communities like La Gloria want is simply the freedom and the autonomy to choose the path that allows them to put in practice their self determination to make their community grow in relation and respect of their ancestors, the earth and their own vision.
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