No saben que exilio es muerte lenta, por más fortaleza que uno tenga, algo dentro de uno va muriendo. Inicia cuando ya no se sonríe como antes ni tantas veces, luego ya no se llora a pesar del dolor que se lleve, y continua con los días y las noches prolongándose sin partes de victoria o derrota del día trabajado, sin el timbre del celular que replica o la charla sobre futuros proyectos, y al final la palabra libertad causa risa.
Para que se me ayude debo ocultar la realidad, mucho más de lo que se hace en Colombia, porque estoy en un país desarrollado. Si antes no podía llorar, ahora no puedo reflejar mi tristeza, y por el contrario debo agradecer que tengo "VIDA EN EL EXILIO". Acá recuerdo unas palabras celebres que están plasmadas en un afiche: "es mejor morir por algo que morir por nada". Ahora mas que nunca entiendo esta frase, porque acá estoy muriendo lentamente.
Todos esperan que diga que estoy en un breve receso, cargando baterías o que los estoy dejando descansar. La verdad es que no es nada de lo anterior. Me dejé convencer sobre la pertinencia del exilio, tal vez porque la cara de la muerte se me presentó muy pero muy de frente.
Hoy acá desde tierras bellas con hermosa gente me invade la soledad, me falta mi gente, mi familia, la mujer, la Diva (ella sabe a quién es) y por qué no, hasta mis problemas y a todos esos a los que amo porque son de mi tierra, son mi vida sin exilio. Ahora a la suma de los días sin mi hijo debo sumar los días que me escondo y no puedo contar los días para llegar a casa porque no se cuando vuelva. Tampoco sé si regreso por mis propios medios derrotando al fantasma del exilio o si en esta lucha tan desigual el me derrota y me lleva a casa a encontrarme con Nicolás.
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YURI ENRIQUE NEIRA SALAMANCA
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